Por; Miguel Franjul
Aun con sus redacciones integradas, los medios tradicionales van descubriendo que una de sus mayores fortalezas competitivas en la era digital es la de dar valor agregado a las noticias, ya que estas tienden a caducar muy pronto trituradas por el torrente continuo de las novedades que difunden las redes.
Saben distinguir entre dos modelos informativos: uno es el de entrar a tiempo con las noticias disruptivas o “breaking News”, lo que pasa en el momento, y para eso tienen sus medios digitales, y otro es el de reunir todos los elementos de una noticia relevante y ofrecerlos, en sus ediciones impresas, en un contexto que acerca a los lectores a la verdadera realidad del acontecimiento.
El valor agregado que se logra con esta diversidad de elementos es hoy uno de los mejores antídotos contra la rápida caducidad de las noticias, porque confiere un sello de exclusividad y de propiedad a la marca impresa, apoyándose en análisis, enfoques, manejo de datos y una adecuada contextualización periodística.
Para esto último la prensa escrita dispone de un instrumental de categorías o géneros que perfectamente pueden ensamblarse para agregar valor a la noticia, como son las crónicas o relatos, las entrevistas y el monitoreo de un episodio hasta desvelar todos sus detalles, antecedentes y consecuencias en la medida de lo posible.
Esta es la síntesis de un periodismo de profundidad y calidad que, gracias a la experiencia en el manejo de los componentes de una crónica, permiten al redactor añadir fuertes cargas de notas emotivas y de contenido humano, porque a través de ellas habla el hombre, el sujeto de la noticia, en su escenario real sin que este sea alterado por una realidad aumentada o virtual.
Ir a las fuentes, aterrizar en el lugar de los hechos e ir más allá, adondequiera que la noticia alcance, es el valor agregado que el periodismo tradicional debe poner de realce para seguir trazando una agenda de relevancias, no de simples y efímeros entretenimientos, y para esto valen todas las plataformas, pero más que nada las impresas, donde el tiempo alcanza para cualquier lector que busca la calidad, la verdad y la realidad pura y dura de los hechos.
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