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Tiembla París ante un nuevo sábado de ira de los "chalecos amarillos"





Paris, Francia . El corazón de la capital francesa se prepara para una nueva jornada de violencia y caos. Prácticamente todo estará cerrado: tiendas, bares, museos... incluso monumentos tan emblemáticos como el Arco del Triunfo o la Torre Eiffel. Durante días, los empleados del Ayuntamiento han retirado parte del mobiliario urbano y los comerciantes de la zona han tratado de minimizar las pérdidas causadas por las protestas contra la carestía de la vida:

"Hoy debían llegar nuevas mamparas y teníamos que instalarlas. Pero, desgraciadamente, un decreto de la prefectura nos obliga a desmontar las terrazas y hay que poner vallas para cerrar el establecimiento. Así que intentamos encontrar una solución. No vamos a instalarlas hoy, vamos a posponerlo", explicaba Anthony Sebag, gerente del Bistrot 25 de los Campos Elíseos.


Bruno Vincent, de la sala de cine clásico Mac Mahon, no quiere correr riesgos:



"¿De qué me serviría abrir?", se pregunta. "Los clientes no van a venir, están asustados. Reedito películas de los años 40 y 50. Aquí vienen personas mayores ¿Qué quiere que haga, poner en riesgo la seguridad de los ancianos? Ni siquiera quieren venir. No vale la pena perder el tiempo".

Sorprendidas por la magnitud de la violencia del pasado sábado, las autoridades han dispuesto un impresionante despliegue de seguridad: 90.000 agentes en todo el país, 8.000 de ellos en París. El ministro del Interior se toma muy en serio las amenazas que circulan por las redes sociales:

"Esta persona expresó en las redes sociales su intención de destruir los monumentos franceses y, por extensión, la República. Y esta persona mencionó la manifestación del 8 de diciembre. En su página de Facebook publicó un mensaje diciendo que'un buen policía era policía muerto", explicaba Christophe Castaner en una rueda de prensa. El ministro añadió que considera que el movimiento de los chalecos amarillos se ha convertido en un monstruo cuyos padres ya no pueden controlar.

Tras los incidentes de la semana pasada, las autoridades se han visto obligadas a cambiar su estrategia. Los 8.000 policías desplegados en las calles de París tienen la orden explícita de ir al encuentro físico de los manifestantes, algo que no ocurrió antes. Una docena de coches blindados estarán en las calles, algo inédito desde la Segunda Guerra Mundial. Este sábado, París se parecerá más a una fortaleza que a la Ciudad de las Luces.
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