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VTR Vídeo: Sexo en tiempos de crisis en Venezuela



Cómo pagar una copa o invitar a una chica a cenar o, peor aún, como comprar preservativos y píldoras anticonceptivas en un país como Venezuela. La crisis pasa factura a los venezolanos, en especial a los más jóvenes, hasta debajo de las sábanas. 

Nada más normal que una pareja joven que pasea de la mano o se besa en un banco. El amor flota en el aire de la Universidad Central de Venezuela. Nada más normal y, sin embargo, para estos jóvenes, el sexo seguro se ha convertido casi en un lujo. 

Preservativos y píldoras anticonceptivas en dólares y en el mercado negro

En un país corroído por la crisis y en el que casi todo se paga en dólares, algo tan banal como comprar preservativos o píldoras anticonceptivas supone un enorme esfuerzo económico.

"(El problema) más que todo son las pastillas anticonceptivas, que son las que conseguimos en el contrabando, que sería comprarlas así como los dólares y eso", no explica junto a su pareja Lainyrker, un estudiante universitario de 25 años. 

"Si el dólar sube, entonces el bolívar sube también y los precios de las pastillas anticonceptivas y de los condones suben también, pero se busca la manera de poder mantener esas compras para poder mantener una relación segura y estable", añade Elery junto a su chica. 

En las farmacias, la caja de tres preservativos vale dos dólares y un mes de píldoras importadas, entre cinco y ocho dólares. Cantidades astronómicas si se piensa que el salario mínimo es de tan solo se is dólares al mes.


Los centros de planificación familiar de llenan de jóvenes mujeres en busca de soluciones. Fanyercis tiene 18 años y trabaja como cajera de un supermercado. Tras valorar los diferentes métodos anticonceptivos, ha optado por colocarse un implante que le ha costado el equivalente de siete meses de salario. 
Carlos: "Salir con una chama, ir a una discoteca, tomarnos unos tragos... esos gustos, tres años atrás, eran normales"

Otros problemas cohiben y condicionan las relaciones sexuales en Venezuela. Cómo pagar una copa o invitar a una cena para ganarse los favores de una pareja.

Carlos Rodríguez es un treinteañero en busca de aventuras. Aún vive en casa de sus padres, pues pagar el alquiler de un apartamento es para él una quimera, pese a que gana un sueldo aceptable como diseñador gráfico. 

"Salir con una chama, ir a una discoteca, tomarnos unos tragos, comer, pagar taxi... Tengo que tener una entrada extra (de dinero) para poder darme ciertos gustos, no lujos. Gustos que tres años atrás, sin irnos muy lejos, eran muy normales", afirma. 

Otro lujo, las noches de hotel a diez dólares. Ser joven en Venezuela es difícil por bastantes razones y, para muchos, las cortapisas del sexo en tiempos de crisis se han convertido en una de ellas.