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La transformación dolorosa de las plataformas impresa vs digital





Miguel Franjul


En el fascinante y retador proceso de unir las plataformas impresa y digital, son muchas las piezas de una sala de redacción que tienen que reajustarse o desecharse para que respondan a las nuevas modalidades del periodismo profesional en el actual esquema de las comunicaciones sociales.

En el modelo tradicional, las secciones de un periódico eran dirigidas por editores y sub-editores con sus correspondientes equipos de redactores y fotógrafos, supeditados a los altos cargos de la dirección general.

En alguna medida, configuraban un archipiélago de áreas que planificaban y decidían en primera instancia sus contenidos, no siempre en línea con una apuesta temática general, manejándose con amplia independencia aunque girasen alrededor del eje de la redacción central.

Ahora, con el creciente arraigo de las ediciones digitales, los periódicos que han unido sus plataformas para mantener posicionamiento y sobrevivir al empuje de las audiencias digitales, pero a la vez para obtener mayores ingresos publicitarios y suscripciones pagadas en estos nuevos nichos, promueven la remodelación de sus viejos estándares.

Entran en el escenario nuevos jugadores, aquellos jóvenes periodistas formados en la era digital, más enfocados en el uso y desarrollo de tecnologías, aplicaciones de vídeo y voz y en el manejo de aplicaciones con teléfonos inteligentes, así como programadores de contenidos, diseñadores digitales, monitores y analistas de audiencias y organizadores de datos.

Estas nuevas piezas se entroncan a las existentes y tratan de sincronizarse en la búsqueda y difusión de las noticias y contenidos especiales, pero bajo otro esquema de dirección, digamos, bajo la sombrilla de una línea general de temas y bajo formas de redacción noticiosa ajustadas a las características de cada plataforma y a los gustos de los lectores de esta generación.

Como el tiempo de lectores de las noticias es breve ahora, los digitales se esmeran en preparar sus menús en base a estas características de la audiencia de hoy y los impresos, a su vez, abandonan los textos largos para satisfacer los deseos de la concisión lectora e incorporan más fotos, despieces o insertos, cuadros comparativos, infografías y otros gráficos que complementen la noticia, haciendo más fácil y rápido su consumo.

Estos procesos no han estado exentos de tropiezos, traumas y desalientos. Al Dallas Morning News, de Texas, este proceso de transformación masiva de pasar desde un modelo enfocado en el impreso a uno esencialmente digital le costó mucho dolor en dos años, porque tuvo que desprenderse de muchos de los miembros del personal que no sintieron pasión ni fueron capaces de adaptarse al nuevo modelo.

El Dallas cambió sus flujos de trabajo y añadió nuevas tecnologías, cambió los roles originales de sus equipos o secciones y revisó las competencias y habilidades de todo su personal para determinar quiénes eran aptos para empujar la transformación y cómo colocar las mejores fichas en el tablero del cambio.

Creó posiciones nuevas y eliminó otras, siempre pensando en digital, procurando conectarse con las audiencias emergentes y saber qué tipos de contenidos compartir entre una y otra plataforma.

Toda transición, como ésta, implica salidas y reemplazos. La dirección del Dallas Morning News entendió que, aunque dolorosas, las salidas o reemplazos de aquellos que no se identificaran con la transformación y la disrupción actual eran el precio a pagar para asegurar la sobrevivencia de este icónico e importante diario de los Estados Unidos.


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