La localidad estadounidense de Beauregard, en el este de Alabama, muestra a cielo abierto el gigantesco zarpazo de un tornado que ha dejado al menos 23 muertos, numerosos heridos y una cantidad incierta de desaparecidos. Sobre las montañas de escombros que ocupan el espacio en el que antes se alzaban decenas de viviendas sobrevuelan drones equipados con sensores térmicos en busca de resquicios de vida. El testimonio de los supervivientes, como Donald Estes, es estremecedor.
"Solo pude mirarlo. Aspiró las nubes y todo lo demás. El viento era muy fuerte, por lo que corrimos hacia adentro. Por la ventana vimos volar un montón de escombros. Cuando pasó, salimos y ayudamos a la comunidad a limpiar".
Al salir contemplaron un panorama dantesco: vidas arrasadas, casas destruidas, árboles arrancados de cuajo, carreteras bloqueadas, destrozos en el tendido eléctrico...
La estampa se repite en varias localidades del condado de Lee, cercano a la frontera con el estado de Georgia. Mientras realizan una evaluación de daños, las autoridades estadounidenses advierten de que el número de fallecidos podría aumentar en las próximas horas.
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