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MENSAJE NAVIDEÑO


Por: Padre Luis Rosario


Estamos llegando al final del tiempo de preparación para la Navidad. El Adviento es un tiempo de espera, de esperanza, de ilusión, porque la más grande crisis, que es la misma historia humana, tiene solución.

En tiempo de crisis mundial no hay mejor mensaje que el que nos trae la Navidad. La verdadera crisis es la falta de fe, de esperanza, de ilusión y de sueños frente a la vida. La crisis consiste sobre todo en no querer luchar para superar las dificultades en la propia vida y en las iniciativas que emprendemos.

Las crisis son oportunidades que fortalecen el espíritu; de ellas nacen la creatividad, los descubrimientos, las grandes estrategias, ya que sin crisis no hay desafíos y sin desafíos la vida se hace rutinaria y se convierte en una lenta agonía.

El mensaje de la Navidad rompe cualquier pesimismo que se pueda incubar en nuestro ánimo. Nada más ajeno al espíritu de este tiempo que el pesimismo.

La Navidad es un tiempo para fortalecer la confianza en nuestras propias fuerzas espirituales, pero, sobre todo, para renovar la fe en el Dios de bondad que dirige los destinos del mundo, a pesar de la resistencia humana a aceptar su designio de amor y de paz.

La Navidad es tiempo de hacer de la crisis, oportunidad y de llenar nuestras vidas y nuestros proyectos de optimismo realista y de firme convicción de que podemos seguir adelante con sentido de superación.

Pero la Navidad es también un tiempo para pensar en los demás, especialmente en aquellas personas a quienes las dificultades del momento impactan con mayor inclemencia. Y no sólo pensar en esas personas, sino poner nuestro granito de arena para que, en forma generosa, pero siempre con humildad, contribuyamos a hacerlas felices.

Deberíamos ser capaces de poner la mano derecha en nuestro corazón y la izquierda en nuestro bolsillo, para sacar de él, no sólo lo que nos sobra, sino también algo que nos cueste. Ya decía Madre Teresa de Calcuta que hay que dar hasta que nos duela, hasta el sacrificio..

No se puede ser feliz a solas o sólo en el ámbito de nuestros hogares; hay que salir al encuentro de tanta gente que vive, en el peor sentido de la palabra, una crisis permanente.

Al compartir solidariamente lo que somos y tenemos veremos realizado el más grande anhelo de todo ser humano: construir el amor, que es lo único que puede hacer a este mundo más humano y solidario, donde cesen las guerras, la violencia, la delincuencia, las desigualdades extremas...En fin, todo aquello que impide que podamos ser una verdadera familia humana. Construiremos así un mundo donde haya una mesa grande, en la que todas las personas tengan un lugar y se reconozca la dignidad irrenunciable de todos los seres humanos.

La Navidad es tiempo para soñar en ese mundo nuevo de fraternidad, donde seremos más felices todavía de lo que podemos serlo en las circunstancias actuales de la humanidad. Porque siendo todos felices, aumenta la felicidad de cada uno.

Felicidades. La bendición del Niño nacido en Belén nos acompaña siempre, pues para eso El quiso hacerse parte de nuestra familia humana: para que recibamos la más hermosa de las bendiciones. FELIZ NAVIDAD.