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La COVID-19 empeora vulnerabilidades financieras




(foto: spyarm/iStock by Getty Images)





De la misma manera en que la COVID-19 golpea con más dureza a las personas que ya sufrían problemas de salud, la crisis económica desencadenada por la pandemia está sacando a relucir y agudizando vulnerabilidades financieras que se acumularon durante una década de volatilidad y tasas de interés extremadamente bajas.

En los capítulos 2 a 4 del Informe sobre la estabilidad financiera mundial (informe GFSR, por sus siglas en inglés), que acabamos de publicar, nos centramos en tres puntos potencialmente débiles: los segmentos riesgosos de los mercados internacionales de crédito, los mercados emergentes y los bancos. Si la contracción económica en curso se prolonga o se ahonda más de lo previsto, el deterioro resultante de las condiciones financieras podría verse amplificado por estas vulnerabilidades, provocando más inestabilidad o incluso una crisis financiera. 

Mercados de crédito empresarial riesgoso

Los segmentos riesgosos de los mercados de crédito crecieron con rapidez desde la crisis financiera mundial. Entre las posibles fragilidades cabe mencionar el deterioro de la calidad del crédito, una evaluación menos estricta del crédito, riesgos de liquidez en los fondos de inversión y una interconexión más estrecha.

Del lado positivo, nuestro análisis muestra que en estos mercados los inversionistas no recurren tanto al endeudamiento para financiarse y que los bancos no están tan expuestos al apalancamiento y a los bonos de alto rendimiento como en el pasado. Ambos factores contribuyeron a la crisis financiera mundial de hace una década. El riesgo de pánico entre los inversionistas también ha disminuido en algunos segmentos debido a la preponderancia de capital cautivo a largo plazo en los mercados de deuda privada y de obligaciones de préstamo garantizadas.

En un escenario muy desfavorable, las pérdidas bancarias globales ocurridas en los mercados de crédito empresarial riesgoso deberían ser manejables, aunque podrían resultar sustanciales en el caso de algunos bancos grandes. Sin embargo, las pérdidas en las instituciones financieras no bancarias podrían ser más significativas. Como han tenido un papel más preponderante en estos mercados, esas entidades podrían perjudicar el suministro de crédito y prolongar y agravar la recesión.