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Designaciones, cancelaciones y ataques gobierno Abinader


Por: Rigoberto Torres

El gobierno de Luis Abinader y el Partido Revolucionario Moderno (PRM), inició con unas expectativas muy altas y bajo una crisis sanitaria, social y económica sin precedentes. El mismo día de la toma de posesión se respiraba en el país un aire diferente, se percibía una alegría generalizada y era tal ese sentimiento que era casi posible palparlo con las manos.

Y no era para menos, había llegado el cambio. Tan esperado era que hasta los peledeístas, en muchos casos, acusaron sin sentimientos de dolor la noticia de su llegada. Desde ese día la gente ha estado expresando en las calles que las intenciones del presidente son buenas, y hasta yo lo pienso así, pero se dice que de buenas intenciones está lleno el camino al infierno y de nada sirven los buenos propósitos si no se acompañan de buenas obras.

Es tradicional en nuestro país que cuando un partido opositor llega al gobierno se pase la llamada aplanadora para darle cabida a los militantes que se fajaron a hacer política, pero al final, en estos casos, viene el mismo y lógico resultado de siempre de que “no hay cama pa´ tanta gente” y ahí empiezan los ataques entre los propios compañeros producto de la desesperación por haber estado tanto tiempo fuera del poder para ahora quedarse oliendo donde otros guisan.

Por supuesto que el gobierno tiene derecho a sustituir empleados, pero debe hacerlo, claro está, bajo el marco de la ley 41-08, especialmente el estatuto simplificado y el artículo 23 sobre la carrera administrativa.

Como consecuencia de la crisis sanitaria y económica mencionada anteriormente el Ministerio de Administración Pública (MAP), emitió una resolución que impedía las cancelaciones mientras dure el estado de emergencias, algo difícil de aplicar en países como el nuestro. 

Esto puso una camisa de fuerza, primero en lo municipal y ahora en lo nacional, a las nuevas autoridades que nos gobiernan, ya que tuvieron que ralentizar las cancelaciones y nombramientos, creando incertidumbre y desesperación entre los que a base de ofertas electorales se les dio garantías de empleos.

A esto se suma que el gobierno, buscando congraciarse con la sociedad civil y los sectores de poder, prometió modernizar el Estado, lo cual implica: acabar con las botellas, eliminar instituciones con duplicidad en sus funciones y acabar con el despilfarro de los recursos estatales.

De ahí se deduce, tal vez, la selectividad que muestra el presidente Abinader a la hora de hacer los nombramientos; sin embargo, algunos de ellos han sido cuestionados y otros no son tan comprensibles (los casos de Wilfredo Lozano y Wellington Arnaud, por ejemplo). Amén de que hubo cancelaciones que luego fueron revocadas y decretos que tuvieron igual destino. 

Muchos entienden que el gobierno entretiene a sus bases, garantizando lo que no es posible. El PRM, quizás por su corto tiempo, no preparó a sus bases para adecuarlas a los nuevos tiempos y ahora acusan, en muchos casos, la falta de talentos funcionales, lo cual ha provocado lo que se llama pactar con los que están para aprender y la insustentabilidad de cargos que amerita ir haciendo cambios en el camino. Algo peligroso pero necesario.

Es natural que las presiones que recibe el actual gobierno ocurran, toda vez que este país es muy presidencialista y la base que sustenta esa estructura de poder descansa fundamentalmente (en relación al voto) en las masas pobres.

La oligarquía ya está siendo acomodada en puestos claves y esa oligarquía no va a responder a los reclamos de la base media del PRM, lo harán mínimamente con los de abajo, debido a que ya el gobierno estructuró su maquinaria de Estado y medianamente la están componiendo, por eso los nombramientos salen y seguirán saliendo, por un tiempo, de manera esporádica.

Los ejemplos de reclamos abundan: en días pasados un ex peledeísta y empresario de la zona de Monte Plata, subió en su cuenta de Facebook una foto donde aparece juramentándose en el movimiento UNICAM (movimiento de unidad que genera cambio) con la frase “Solo quedan los recuerdos” en alusión a que siente que fue engañado una vez más por la clase política.

Otro militante del PRM que cursa el último cuatrimestre para graduarse de abogado le expresó a un compañero de clases que “estaban peor ahora”, refiriéndose a los del partido, “ya que ganamos y seguimos en la oposición, porque cuando la comisión te propone y ya tú crees que estás seguro baja un fuetazo de allá arriba y ni los que están nombrados están seguros”.

Y tal vez lleve razón en tal afirmación. Pues se sabe de casos de personas que fueron a tomar posesión de los cargos en que fueron asignados y al llegar se encontraron con la sorpresa de que ya otros ocupaban ese puesto. También existen municipios en los que fueron designados funcionarios que no son de la zona y eran rechazados tajantemente por lo moradores exigiendo que fueran nombrados los compañeros del lugar. Unos se resolvieron, otros aún persisten.

Al PRM y su Gobierno en poco tiempo le podría estallar una crisis de tal magnitud que la Plaza de la Bandera, que otrora sirvió como empuje de su candidatura, podría ser la base para los reclamos en su contra por las promesas incumplidas, ya que solamente un porcentaje de los militantes, que tienen 16 años fuera del poder, podrán acceder a los empleos ofrecidos debido a la imposibilidad de cumplir con todos los compromisos de campaña. 

Desde ya están surgiendo voces en contra de algunas medidas tomadas recientemente por el presidente. Incluso hasta hablan ya de que “se van”. Aquellos polvos trajeron estos lodos. 

Pero hay que esperar que termine de organizarse bien el gobierno; que por lo menos cumpla los 100 días con la esperanza de que todo fluya bien, a sabiendas, desde ya, que una cosa es con guitarra y otra es con violín.