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Los innovadores en Japón están desarrollando nuevas tecnologías para contrarrestar el coronavirus



Care222® tiene la capacidad de matar el 99% de los virus a 2,5 m de distancia en solo 6,3 minutos, lo que lo hace ideal para la esterilización continua de espacios públicos 



A medida que continúa la pandemia mundial del coronavirus, el mundo está buscando nuevas medidas que minimicen el riesgo de infección al mismo tiempo que permitan que las instituciones esenciales como los hospitales, el gobierno y las escuelas sigan funcionando. En cualquier plan de salud pública para espacios públicos, dos cuestiones que deben abordarse son las medidas contra los virus en el aire y los virus en superficies que están en contacto con muchas personas. Las medidas tradicionales de desinfección han implicado el uso de limpiadores a base de cloro o alcohol que se rocían o se aplican a mano. Sin embargo, este enfoque no solo requiere de un arduo trabajo y tiene una eficacia limitada, sino que también expone al personal de limpieza a un mayor riesgo de infección. Se necesitan soluciones a medida que nos enfrentamos a esta "nueva normalidad" y varios innovadores han dado un paso al frente con ideas nuevas.
Echando cuentas para vencer al virus

El primer paso en cualquier tipo de investigación es la creación de modelos, y los ordenadores han sido una herramienta invaluable en este proceso. Sin embargo, el simular con precisión el movimiento de miles de gotas en el aire ha superado la capacidad de la mayoría de los ordenadores disponibles. Para responder a la necesidad de una mayor potencia computacional, el Instituto de Investigación Física y Química de Japón (Japan’s Institute of Physical and Chemical Research), o RIKEN, en colaboración con Fujitsu, ha desarrollado el superordenador Fugaku, actualmente el más poderoso del mundo. Por suerte, entró en funcionamiento en 2020, justo a tiempo para ser utilizado en la lucha contra la creciente crisis del COVID-19.

Algunas de las primeras cuestiones a las que el Fugaku tuvo que responder fueron la propagación del coronavirus por el aire. Por sí mismo, el virus no parece transportarse por el aire, sino que viaja dentro de gotitas de líquido en el aire, como las que se liberan cuando una persona infectada tose o estornuda. El Fugaku logró ejecutar simulaciones detalladas de cómo las partículas de líquido pueden moverse por el aire, lo que permitió a los investigadores evaluar los niveles de riesgo no solo al toser, sino también al hablar o cantar. Las simulaciones también proporcionaron evidencia convincente de que las máscaras tienen un efecto significativo al reducir la exposición, especialmente cuando las utilizan personas infectadas. Estos hallazgos fueron de gran ayuda para las autoridades de salud pública al proporcionar pautas de seguridad claras, efectivas y respaldadas por evidencia.

Otra área de aplicación del Fugaku ha sido en la simulación de la interacción entre las proteínas del coronavirus y una amplia gama de medicamentos. En solo 10 días, el Fugaku pudo probar más de 2000 medicamentos, identificando docenas que se mostraban prometedoras como posibles tratamientos terapéuticos. Ningún otro ordenador o sistema de prueba desarrollado hasta ahora ha podido producir tantos resultados con tanta rapidez, y el Fugaku tiene el potencial no solo de producir tratamientos efectivos para las personas infectadas de COVID-19, sino también para una amplia gama de otras enfermedades.
Uso de luz ultravioleta filtrada con precisión para eliminar el COVID-19 en superficies

Existe una expresión común en inglés que dice que "la luz del sol es el mejor desinfectante", pero esto ha resultado ser mucho más que una figura retórica. La luz ultravioleta, la misma longitud de onda de la luz solar que causa el bronceado o las quemaduras de sol, se ha utilizado durante mucho tiempo para esterilizar equipos médicos y otras herramientas sin la necesidad de tratamientos químicos que pueden ser potencialmente dañinos o producir patógenos resistentes a los químicos. Funciona porque la alta energía de la luz ultravioleta puede romper los enlaces químicos de las moléculas dentro de los microorganismos, impidiendo que funcionen o se reproduzcan. Sin embargo, estos altos niveles de energía también pueden dañar las células de nuestro cuerpo, por lo que los sistemas de desinfección UV tradicionales deben emplear recipientes cerrados para proteger nuestra piel y ojos, lo que los hace poco prácticos para áreas grandes e imposibles de emplear en habitaciones ocupadas.

Reconociendo la urgente necesidad de tecnologías de esterilización seguras y eficaces que se puedan utilizar en espacios ocupados, Ushio, Inc. de Japón desarrolló su módulo de lámpara Care222®. La tecnología utiliza una combinación de una lámpara de excímeros que emite luz ultravioleta concentrada alrededor de la longitud de onda de 222 nanómetros y un filtro único que bloquea la emisión de fotones por encima de 230 nm potencialmente dañinos.