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Los cuentos de Juan Inirio en «El nieto postizo»




By: José Alcántara Almánzar

Santo Domingo, RD.- Juan [Hernández] Inirio (La Romana, 1991) viene de la poesía, su vocación primigenia, pero se adentra con lúcida intuición en las complejidades del cuento en su primer libro de ficción, «El nieto postizo» (Editora Poetas de la Era, Nelson Soto Impresora, 2021), una selección de doce textos con los que prueba que es, más allá de posibles etiquetas formales, un cuentista auténtico que conoce la técnica del género y domina las exigencias de ese campo minado de la narrativa breve en el que a veces sucumben ciertos veteranos, y quien no limita su potencial creador a esquemas ortodoxos ni decálogos al uso, colocándose así en el centro de la modernidad literaria.

Las ficciones de Inirio contenidas en este libro atraen por no solo por el adecuado manejo del idioma, sino por la intensidad y la tensión interior, que desbordan toda doxa o empeño clasificatorio muy al uso de la crítica local. A pesar de ser cuentos en el sentido más ajustado del término, cada uno cuestiona el canon establecido mediante una técnica innovadora que a menudo dinamita las nociones más comunes para situarse en una esfera diferente, con diálogos que sugieren, pero no lo dicen todo, monólogos inquietantes, descripciones provocadoras, planos espacio-temporales que se entrecruzan para permitirle al lector acceder a momentos impares y situaciones antagónicas pero convergentes que disparan su imaginación.

Los personajes de Inirio, pertenecientes a diversos estratos sociales, desde los ricos que vacacionan en las lujosas playas para turistas adinerados hasta los pobres que apenas sobreviven en la precariedad y el olvido, están atrapados por pasiones que terminan devorándolos: erotismo a flor de piel, deseo sexual incontenible, infidelidad rampante, celos traicioneros, relaciones prohibidas, delincuencia incontrolable, desamparo de gente que ama sin esperanza, sin rumbo definido, en fin, un caleidoscopio de emociones y sentimientos perturbadores.

El universo ficticio de Inirio queda inscrito en estos cuentos, como no podía ser de otra manera: su pueblo natal de La Romana y sus obsesiones más pertinaces. Las historias, algunas contadas en primera persona del singular, aunque otras elaboradas en segunda para dar mayor cercanía a los personajes, o en la omnisciente tercera, giran muchas veces en torno del núcleo familiar («El nieto postizo», «Solo nos vemos en los funerales», «Fiebre»); su integración y disgregación, sus mentiras, engaños y celos; el desamor, el odio, las frustraciones, y el tormento de la memoria, que castiga a los culpables. El sexo es una pulsión irrefrenable en la mayoría de los cuentos, como queda de manifiesto en «Vecindad de los cuerpos», uno de los textos a mi juicio más logrados del libro; en la relación clandestina de «En vísperas del ocaso», y a veces desemboca en las turbias aguas del crimen en los exclusivos hoteles de la región este («Cerillas muertas»).

Con este libro, Juan Inirio entra con pie firme en nuestra literatura, a través de un aporte de primer orden, digno de figurar en los registros de la nueva narrativa dominicana.