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Doctora Cristina Aguiar, in memoriam



Se nos ha ido una extraordinaria dominicana, una eminente jurista, una académica de brillo internacional, un lujo de profesora universitaria, una autora, una conferencista fascinante, una diplomática defensora a ultranza de la soberanía dominicana, una duartiana de convicción. 

Con la sangre trinitaria corriendo por sus venas, Cristina Aguiar fue una mujer admirable. Su vida, la trayectoria de su vida, labrada con la integridad moral más absoluta, estaba tachonada con la fuerza de carácter y la intransigencia de principios que solo es reservada a quienes están hechos del metal más noble. 

Cristina Aguiar fue una ciudadana digna de imitar por sus contemporáneos. Un ser humano transparente, emocional, sin dobleces.  Una profesional brillante que abandonó su exitosa carrera profesional y académica en Francia, para servir a nuestra sociedad. Sin embargo, el Estado dominicano no supo bien aprovechar las fulgurantes capacidades de esta profesional extraordinaria.

¿Quién fue esa académica del derecho que nos hizo admirarla sin reservas? Cristina Aguiar estudió derecho en Francia, en la Universidad de Ciencias Jurídicas y Económicas Panthéon-Assad, donde obtuvo la licenciatura en Derecho con énfasis en Carreras judiciales, obteniendo su maestría, el Diploma de Estudios Avanzados (DEA), el Certificado de Aptitud a la Profesión de Abogado, el Certificado de Estudios Judiciales y, finalmente, el Doctorado en Derecho Internacional. Su amplísimo currículum exhibe también sus estudios superiores en Relaciones Internacionales y un Máster de la Universidad Castilla La Mancha en Derecho Público y Derecho Constitucional.

Pero además, Cristina Aguiar dedicó toda su vida a la docencia universitaria, siendo profesora en Paris desde el año 1992, profesora visitante en la Universidad de Puerto Rico (Recinto Rio Piedras), en el Instituto de Derecho Internacional y Diplomacia del Burkina Faso (África), en la Universidad Iberoamericana, en la PUCMM, en el INESDYC del Ministerio de Relaciones Exteriores y como profesora contratada en la Universidad Autónoma de Santo Domingo.  No había abogado, profesor, programa de televisión o persona que la consultara sobre un tema de profundidad especializada, a la que esta generosa maestra del derecho internacional no regalara sus conocimientos.  Un alma noble y desinteresada.

Innumerables fueron sus conferencias en Francia, en el continente africano en Dakar, Senegal, Abidjan, Costa de Marfil, Ouagadugu y Burkina Faso. También pronunció conferencias en prestigiosas universidades norteamericanas entre las que se encuentran la Universidad de Cornell, en la Universidad de Columbia y la Universidad de New York, de la cual fue designada como Profesor Extranjero Distinguido.

Cristina fue miembro pleno del Instituto Hispano Filipino Luso Americano de Derecho Internacional en cuyo anuario publicó en el 2012 una comunicación al Congreso bianual titulado “La constitucionalización del derecho internacional o la internacionalización del derecho constitucional.”

Publicó una obra en francés editada por L’Harmattan titulada “Guide pratique de la Negotiation Internationale” y un análisis en derecho comparado “El Código Procesal Penal o los riesgos de la transculturación jurídica” en la colección APEC por un Mundo Mejor.  Y en los “Coloquios Duartianos”, publicados por el Comité Dominicano por la Solidaridad Internacional con Haití, del cual era Secretaria del Consejo Directivo, su conferencia “Identidad Nacional, ¿Sentimento o Derecho Fundamental?”.

Esta dominicana extraordinaria, fue condecorada como Caballero de la Legión de Honor por la República Francesa y Medalla al Mérito de la Mujer de la República Dominicana en la categoría Mujer Profesional.  Como defensora de la dominicanidad en todo evento patriótico estaba la Dra. Aguiar, si no como protagonista, como asistente solidaria. Cristina fue miembro del Instituto Duartiano de la República Dominicana y como tal en sus redes sociales se enorgullecía de serlo. Pero ésta es la persona pública de la que puedo hablar sin que la congoja nuble mi pensamiento.  

De la amiga entrañable y sincera, de la abogada asociada a mi bufete, de la camarada que me acompañó en las mil y un batallas jurídicas en defensa de la dominicanidad, de la interlocutora inagotable de temas de derecho, de la colaboradora solidaria en preocupaciones e iniciativas, de la fraterna acompañante en foros, actos, conferencias y actos, de ésa, solo la congoja silente, incapaz de traducir en palabras la tristeza, puede hablar hoy.   

Que en la galería donde los patriotas descansan el nombre de Cristina quede labrado. Porque las guerras de independencia dominicana de hoy, nuestra  soberanía y autodeterminación ya no se libran en los  parapetos y trincheras de las confrontaciones militares, sino en el campo del derecho.  

Y los defensores primarios de esa libertad son los académicos, vigías del derecho, de los cuales Cristina era centinela destacada.  Aquellos que, alertando desde las atalayas de las leyes, como Laocontes jurídicos, advertimos a los gobiernos contra caballos troyanos vestidos de Convenios lesivos o de proyectos inconsultos, en cuyas interioridades se ocultan los enemigos de la dominicanidad. Que la memoria de su presencia nos siga acompañando en las batallas que el porvenir nos depara, porque tal y como nos advirtió el patricio, “los enemigos de la Patria, por consiguiente nuestros, están muy acordes en estas ideas: destruir la nacionalidad aunque para ello sea preciso aniquilar a la nación entera”.

Cristina, del privilegio de haberla conocido, del recuerdo de su firmeza, de la calidez de su trato afectuoso y sincero, hoy siento un vacío. Donde esté, Cristina, su alma hermosa descanse.

Gracias por haber estado siempre.

Dr. Juan Miguel Castillo Pantaleón