Por: Ana María Pérez Castaño, Asesora de Programas de Reducción de Riesgos del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en República Dominicana.
El Día Internacional para la Reducción del Riesgo de Desastres celebrado cada 13 de octubre, nos invita a reflexionar sobre alguna de las metas del Marco de Sendai para reducir los riesgos de desastres y las pérdidas a escala mundial. En este 2024, la temática central gira en torno a “Capacitar a la próxima generación para construir un futuro resiliente” a la vez que brinda una oportunidad para que los gobiernos, las organizaciones y los líderes comunitarios miremos a la próxima generación como agentes de cambio.
El cambio climático ha aumentado la frecuencia e intensidad de los desastres, lo que genera un impacto devastador principalmente en aquellas poblaciones más vulnerables. América Latina y el Caribe es la segunda región del mundo más propensa a los desastres. En las últimas dos décadas, más de 190 millones de personas han sido afectadas por 1.534 desastres.
Asimismo, se estima que para 2050, los efectos del cambio climático provoquen el desplazamiento de más de 17 millones de personas en busca de mejores condiciones de vida, oportunidades económicas y servicios básicos 1 . Ante este panorama, invertir en la próxima generación no es solo una medida preventiva, sino casi un imperativo si compartimos el sueño de la construcción de sociedades más seguras, resilientes, sostenibles sin dejar a nadie atrás. La juventud, con esa energía que le caracteriza, su creatividad e innovación, puede jugar un papel crucial en este proceso.
Los jóvenes no son solo una parte de la población afectada por los desastres, sino una fuerza transformadora que puede liderar el cambio en el mundo que anhelamos. Estos jóvenes que constituyen nuestro relevo están heredando un mundo donde la tecnología tiene un papel protagónico. Desde sistemas avanzados de alerta temprana hasta la inteligencia artificial para la predicción y modelado de fenómenos climáticos; el uso de drones y de plataformas para la evaluación de daños; plataformas digitales para la gestión de riesgos son algunos ejemplos. El uso adecuado de estas herramientas garantizará que las futuras generaciones puedan reaccionar de manera más efectiva y rápida ante cualquier eventualidad. Capacitar hoy a los jóvenes en el uso y desarrollo de estas tecnologías es invertir en el futuro.
No nos olvidemos que el futuro de la resiliencia ni es un esfuerzo individual ni tampoco depende solo de los jóvenes: la resiliencia es una responsabilidad colectiva que requiere de la colaboración intergeneracional. Las soluciones más efectivas surgen cuando se combinan la innovación juvenil con el conocimiento y la experiencia de las generaciones anteriores. En este contexto, el PNUD desde siempre ha provocado espacios de diálogo y aprendizaje que permiten a los jóvenes y adultos compartir sus ideas y estrategias para enfrentar los desafíos climáticos y los desastres.
Si bien el enfoque del PNUD no se limita exclusivamente a la juventud, sus esfuerzos incluyen programas integrales que abordan la resiliencia en múltiples niveles, interactuando con distintos actores a distintos niveles, creando espacios donde los jóvenes puedan aprender de los líderes actuales, aprovechando tanto el conocimiento tradicional como las 1 Panorama de los Desastres en América Latina y el Caribe 2000 – 2022 soluciones innovadoras, para fortalecer la capacidad de aquellos más vulnerables frente a los desastres. Desde 1998, 19 Informes Nacionales sobre el Desarrollo Humano del PNUD se han dedicado específicamente a los jóvenes, y muchos más se han centrado en los jóvenes como tema intersectorial 2 .
En 2024, mientras el mundo enfrenta una crisis climática cada vez más intensa, debemos reconocer que la mejor manera de reducir el riesgo de desastres es empoderando a la próxima generación con habilidades críticas para la prevención, respuesta ante emergencias y recuperación post crisis. Ellos serán los futuros líderes que construirán infraestructuras más resilientes y seguras, crearán soluciones innovadoras y promoverán una mayor conciencia en la sociedad. Nuestro papel hoy es sensibilizarlos, interesarlos, hacerlos parte, garantizar que tengan las herramientas y conocimientos necesarios para hacerlo. Sólo una juventud sensibilizada, preparada, empoderada hará posible garantizar que el mundo del mañana sea más resiliente y seguro para todos.